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Día de Muertos, un homenaje a la vida y la muerte

Celaya, Gto., a 26 de octubre del 2024.- El Día de Muertos, una de las festividades más emblemáticas de México, se aproxima. Cada año, entre el 1 y el 2 de noviembre, millones de personas se reúnen para honrar la memoria de sus seres queridos que han partido. Esta ancestral tradición, que fusiona elementos prehispánicos y católicos, se ha convertido en un símbolo de la cultura mexicana y ha trascendido fronteras, siendo reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

La celebración del Día de Muertos se extiende más allá de los días centrales, involucrando una serie de fechas clave que marcan el regreso de las almas al mundo de los vivos:

27 de octubre: Se instala la primera ofrenda, dedicada a las ánimas de los animalitos que convivieron con nosotros.

28 de octubre: Se reciben las almas de los accidentados o que no llegaron a su destino.

29 de octubre: Se conmemora la los ahogados.

30 de octubre: Se honra a las almas solitarias, aquellas que no tienen familiares que las recuerden.

31 de octubre: Es el día para los almas que murieron sin ser bautizadas, conocidos como los ‘limbos’.

1 de noviembre: Día de Todos los Santos, dedicado a los niños y bebés, también conocidos como “angelitos”.

2 de noviembre: Día de los Fieles Difuntos, en esta noche, se cree que las almas de todos los difuntes pueden visitar sus hogares.

La tradición del Día de Muertos tiene raíces profundas en la época prehispánica, cuando culturas indígenas como los aztecas, mayas, purépechas, nahuas y totonacas celebraban a sus seres queridos fallecidos visitando sus tumbas y ofreciendo ofrendas. Esta costumbre, que se remonta a más de 3,000 años, tenía como propósito dotar a los difuntos de lo necesario para su viaje hacia el Mictlán, el inframundo, donde los aguardaban Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl, los dioses de los muertos. Era habitual dejar obsequios para honrarlos.

Una de las costumbres más arraigadas del Día de Muertos es la construcción de altares. Estos elaborados montajes, adornados con flores de cempasúchil, veladoras, calaveritas de azúcar, papel picado, fotografías de los difuntos y su comida favorita, se erigen como puentes entre el mundo de los vivos y el de los muertos. Cada elemento del altar tiene un significado especial:

  • Agua: Para calmar la sed de las almas después del su largo viaje desde el más allá.
  • Cempasúchil: Sus pétalos guían a las almas hacia los altares.
  • Calaveras de azúcar: Representan la fragilidad de la vida.
  • Velas y Veladoras: La llama sirve como guía para que las almas encuentren el camino de regreso a casa.
  • Copal e incienso: Sirven para purificar el lugar de los malos espíritus y representan la muerte según la tradición de las cultura mesoamericanas.
  • Pan de muerto: Su forma circular simboliza el ciclo de la vida y la muerte.
  • Agua: Sirve para que las almas puedan calmar su sed.
  • Sal: Purifica el espíritu.
  • Mantel blanco: Simboliza la pureza.
  • Papel Picado: Representan al elemento aire.
  • Comida y bebida: Se ofrecen los alimentos favoritos del difunto.
  • Fotografía del difunto: Sirven para recordar a nuestros seres queridos.

La belleza y el colorido del Día de Muertos han cautivado a personas de todo el mundo. En los últimos años, se han organizado desfiles y festivales inspirados en esta tradición en ciudades como Nueva York, París y Londres. El Día de Muertos es mucho más que una celebración; es una expresión de amor, respeto y conexión con nuestros ancestros. A través de esta festividad, las familias mexicanas fortalecen sus vínculos y transmiten sus tradiciones a las nuevas generaciones.

Una vez que los difuntos han visitado el mundo terrenal para reunirse con sus seres queridos a través de las ofrendas, estas se retiran el 3 de noviembre.

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