Celaya, Gto., a 20 de noviembre del 2024.- La Revolución Mexicana, iniciada en 1910, es uno de los eventos más trascendentes del siglo XX en América Latina. Este movimiento marcó el fin de un sistema opresivo y dio inicio a profundas transformaciones sociales y políticas en México.
El régimen de Porfirio Díaz, conocido como el Porfiriato, se caracterizó por su autoritarismo y la concentración de tierras en manos de unas cuantas familias, lo que provocó un profundo descontento entre campesinos, obreros e intelectuales. Este malestar derivó en un levantamiento armado liderado por Francisco I. Madero, quien convocó al pueblo a rebelarse mediante el Plan de San Luis, llamando a restaurar la democracia.
La Revolución Mexicana estuvo guiada por figuras emblemáticas, cada una con visiones particulares sobre el rumbo que debía tomar el país:
- Francisco I. Madero, impulsor inicial del movimiento, abogó por la democracia, aunque su gobierno fue breve y frágil.
- Emiliano Zapata, líder campesino del sur, luchó por la restitución de tierras bajo el lema «Tierra y Libertad», reflejado en el Plan de Ayala.
- En el norte, Pancho Villa, un carismático caudillo, se erigió como defensor de los sectores más desprotegidos.
- Por su parte, Venustiano Carranza consolidó los ideales revolucionarios mediante la promulgación de la Constitución de 1917, que sentó las bases del México moderno.
La Revolución trajo consigo transformaciones significativas como la Constitución de 1917 incluyó avances históricos, como derechos laborales, acceso a la educación y la redistribución de la tierra, desmantelando las estructuras oligárquicas del Porfiriato. Este proceso marcó el inicio de un nuevo orden político y social, además de convertirse en un símbolo de lucha por la justicia y la igualdad, con eco en movimientos sociales internacionales.
Aunque no existe un consenso sobre su fecha de finalización, la promulgación de la Constitución de 1917 marcó un hito fundamental, estableciendo los principios básicos del Estado mexicano moderno. Sin embargo, el proceso revolucionario se prolongó durante varios años más, con diversas luchas internas y la consolidación del poder político de los caudillos revolucionarios.